Todos los días debería aprenderse una palabra nueva y hoy, buscando en la red, he encontrado ésta para describiros, el efecto que produce una fachada pintada en un lateral, en esta casa del Madrid antiguo.
Esto es lo que dice:
Esto es lo que dice:
trampantojo.
(De trampa ante ojo).
1. m. coloq. Trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es.
(Real Academia Española)
Es más conocida la expresión francesa “trompe l’oeil”, engañar al ojo, aunque ahora comienza a utilizarse la palabra española, trampantojo, trampa a los ojos.
El trampantojo es una técnica pictórica que simula, que aparenta, que intenta suplir la realidad. Los trampantojos pretenden engañar, esta es su principal característica, no debemos confundirlo con la pura imitación o el realismo. Simulan objetos, perspectivas, paisajes, o materiales (madera, mármol…) con el objetivo de ocultar defectos, decorar, ampliar o simplemente alegrar una pared, una estancia, o una medianería. Puertas falsas, o que imitan madera, ventanas sin fondo, celosías dibujadas, personajes inmóviles,… escaleras que no llevan a ninguna parte… Los pintores utilizan la perspectiva para engañarnos y darnos sensación de realidad. Como en el edificio de la Plaza de los Carros donde los balcones falsos se confunden con los verdaderos.
El trampantojo es una técnica pictórica que simula, que aparenta, que intenta suplir la realidad. Los trampantojos pretenden engañar, esta es su principal característica, no debemos confundirlo con la pura imitación o el realismo. Simulan objetos, perspectivas, paisajes, o materiales (madera, mármol…) con el objetivo de ocultar defectos, decorar, ampliar o simplemente alegrar una pared, una estancia, o una medianería. Puertas falsas, o que imitan madera, ventanas sin fondo, celosías dibujadas, personajes inmóviles,… escaleras que no llevan a ninguna parte… Los pintores utilizan la perspectiva para engañarnos y darnos sensación de realidad. Como en el edificio de la Plaza de los Carros donde los balcones falsos se confunden con los verdaderos.
Se trata de un recurso muy antiguo, ya que los griegos y romanos lo utilizaron; en el Renacimiento dio profundidad a los techos y a las paredes de iglesias, palacios, etc., pero sin duda fue el Barroco su época de mayor brillo. Durante el siglo XVII fue habitual su uso tanto en la pintura, sobre todo en el bodegón, como en las bóvedas, techos y muros de edificios.
Bueno pues eso es lo que ocurre en este edificio de la Plaza de los Carros. La fachada lateral de la derecha, es la auténtica con sus balcones a la calle y la que se ve frontalmente, es una pintura maravillosamente realizada y que induce desde luego, a la confusión.
Todas las fotos se pueden ampliar, pinchando sobre ellas.
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Qué fotos más bonitas de mi Madrid.
ResponderEliminarEstan llenas de magia y buen gusto.
Felicidades!!!