domingo, 17 de abril de 2011

Trampantojo


Todos los días debería aprenderse una palabra nueva y hoy, buscando en la red, he encontrado ésta para describiros, el efecto que produce una fachada pintada en un lateral, en esta casa del Madrid antiguo.
Esto es lo que dice:
trampantojo.
(De trampa ante ojo).
1. m. coloq. Trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es.
(Real Academia Española)
Es más conocida la expresión francesa “trompe l’oeil”, engañar al ojo, aunque ahora comienza a utilizarse la palabra española, trampantojo, trampa a los ojos.
El trampantojo es una técnica pictórica que simula, que aparenta, que intenta suplir la realidad. Los trampantojos pretenden engañar, esta es su principal característica, no debemos confundirlo con la pura imitación o el realismo. Simulan objetos, perspectivas, paisajes, o materiales (madera, mármol…) con el objetivo de ocultar defectos, decorar, ampliar o simplemente alegrar una pared, una estancia, o una medianería. Puertas falsas, o que imitan madera, ventanas sin fondo, celosías dibujadas, personajes inmóviles,… escaleras que no llevan a ninguna parte… Los pintores utilizan la perspectiva para engañarnos y darnos sensación de realidad. Como en el edificio de la Plaza de los Carros donde los balcones falsos se confunden con los verdaderos.
Se trata de un recurso muy antiguo, ya que los griegos y romanos lo utilizaron; en el Renacimiento dio profundidad a los techos y a las paredes de iglesias, palacios, etc., pero sin duda fue el Barroco su época de mayor brillo. Durante el siglo XVII fue habitual su uso tanto en la pintura, sobre todo en el bodegón, como en las bóvedas, techos y muros de edificios.


Bueno pues eso es lo que ocurre en este edificio de la Plaza de los Carros. La fachada lateral de la derecha, es la auténtica con sus balcones a la calle y la que se ve frontalmente, es una pintura maravillosamente realizada y que induce desde luego, a la confusión.


Todas las fotos se pueden ampliar, pinchando sobre ellas.


Al lado, la Real Iglesia de San Andrés

viernes, 15 de abril de 2011

El trampolín de los suicidas: El Viaducto de Segovia



El Viaducto de Segovia se encuentra en Madrid. Fue construido en los años 1930 para sustituir a otro anterior construido en 1874. La finalidad del viaducto es la prolongación de la calle de Bailén, situada en su parte superior, y salvar el desnivel de la calle de Segovia, que discurre perpendicularmente a sus pies.
Toma su nombre de esta última vía, aunque es conocido popularmente como el viaducto.
Anteriormente existía un primitivo viaducto de hierro y madera, que fue derribado en 1932, después de ser objeto de varias obras de consolidación en los años 1920. Fue realizado en 1874 por Eugenio Barrón, dentro del proyecto de reforma general de la calle de Bailén, consistente en la creación de una gran avenida que uniese los conjuntos monumentales del Palacio Real y de la 
Basílica de San Francisco el Grande, siguiendo una orientación norte-sur.
En 1931, el gobierno de la Segunda República convocó un concurso para diseñar el viaducto actual; el concurso fue anulado por el Colegio de Arquitectos y vuelto a convocar al año siguiente. El proyecto ganador, de estilo racionalista, fue el de Francisco Javier Ferrero Llusia (arquitecto), Luis Aldaz Muguiro y Juan José Aracil Segura (ingenieros de caminos). La obra fue concluida en el año 1934.1 2 En 1942 hubo de ser reconstruido ante el estado de deterioro que mostraba por los daños sufridos 
durante la Guerra Civil española.
Posteriormente fue restaurado entre 1977 y 1978, tras plantearse la posibilidad de derruirlo y sustituirlo por uno más moderno; finalmente se optó por mantenerlo.
En octubre de 1998, el Ayuntamiento de Madrid instaló diferentes pantallas transparentes de seguridad junto a las barandillas del viaducto, con el fin de evitar los suicidios que venían sucediéndose.
El Viaducto de Segovia salva un desnivel de 23 m, en su altura máxima. Se trata de una obra racionalista, formada por tres bóvedas de 35 m de luz y cuatro nervios.
Está construido en hormigón armado pulido, si bien la base de los pilares aparece 
recubierta con sillares de granito.

Vista de la calle Segovia desde lo alto del viaducto.

Si deseas verlas en grande, pincha sobre las fotos

Otra vez el Arco de Cuchilleros


 En septiembre del año pasado, publiqué en este blog, un post sobre el arco de Cuchilleros, con 
fotografías del 2008. Hoy con el paso del tiempo, me atrevo a publicar este
otro, con fotos más recientes, de febrero de este mismo año y empleando
nuevas técnicas de hdr, que por aquel entonces desconocía. No estoy afirmando
con esto, que sean mejores ni peores que aquellas. Simplemente son diferentes.


Versión en blanco y negro



También quiero recopilar más información sobre esta construcción, ya que la considero
por diferentes motivos uno de los lugares con más tradición de nuestro 
castizo Madrid. Así pues, 
la construcción de este arco esta relacionada con la reconstrucción y el cierre de la antigua Plaza Mayor por el arquitecto Juan de Villanueva, después del incendio ocurrido en el verano de 1790. Con esta reforma, la antigua plaza que construyera Juan Gómez de Mora, entre 1617 y 1619, no perdió su configuración rectangular, pero por medio de un sistema de arcadas se consiguió cerrar este recinto urbano y se rebajó la altura del caserío para homogeneizarlo con la que tenía la Casa de la Panadería, que milagrosamente se salvo de las llamas. Una de estas arcadas, la que daba acceso a la plaza por el extremo sur occidental, es el arco de cuchilleros, llamado así porque en el caserío de sus alrededores, a la entrada y a ambos lados de la escalinata que lo precede, estuvieron ubicados los talleres del gremio de cuchilleros y espaderos, pues tenían como una de sus finalidades suministrar sus productos a las carnicerías establecidas en la Plaza Mayor.



La singularidad de este lugar se acrecienta con las trazas de las edificaciones aledañas, construidas la mayoría de ellas en el siglo XVII con el característico zócalo en piedra berroqueña, los lienzos de la fachada con gruesos muros de ladrillos y los huecos de las ventanas engalanados con rejerías y balconadas de hierro forjado. Sorprende mucho al espectador los seis pisos de altura de algunas de estas edificaciones, pero más sorprendería si todavía se conservaran las ocho plantas con que originalmente se construyeron y que fueron rebajadas tras la reforma de Villanueva.
Esta excepcional altura se debe al desnivel que existe entre la plaza y la Cava de San Miguel.

Otro de los aspectos que convierten a este lugar en uno de los cuadros más pintorescos de la ciudad son sus concurridos mesones, herencia de los bodegones, tabernas y hosterías del antiguo Madrid.


Todas las fotos, las puedes ver en grande, pinchando sobre ellas.

San Francisco el Grande


Real Basílica de San Francisco el Grande
La basílica fue construida en estilo neoclásico en la segunda mitad del siglo XVIII, a partir de un diseño de Francisco Cabezas, desarrollado por Antonio Pló y finalizado por Francesco Sabatini. El edificio destaca por su cúpula, considerada como la tercera de planta circular de mayor diámetro de la cristiandad; por su suntuosa decoración interior, realizada en estilo ecléctico a finales del siglo XIX; y por su pinacoteca, representativa de la pintura española de los siglos XVII a XIX, con cuadros de Zurbarán y Goya.
Su titularidad corresponde a la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén, organismo autónomo dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. El 19 de octubre de 1980 fue declarada Monumento Nacional, según Real Decreto, recibiendo por tanto la condición de Bien de Interés Cultural (BIC).




Fachada principal
La fachada principal está orientada al este. Es obra de Francesco Sabatini, quien concibió un diseño netamente neoclásico, si bien matizado por su configuración convexa, necesaria para adaptarse a la planta circular de la estructura.
Presenta dos cuerpos. En el inferior se sitúan tres arcos de medio punto, sujetados mediante pilastras dóricas. El orden jónico domina el segundo cuerpo, constituido por tres ventanales adintelados. El conjunto se remata, en su parte superior, con un frontón triangular, situado en el punto central, y una balaustrada, que recorre los lados.
El frontón está adornado con la cruz de Jerusalén en el tímpano y, por encima, aparece una acrotera con el escudo franciscano y una corona real. Sobre los pilares de la balaustrada se elevan cuatro estatuas de piedra, representativas de santos, que fueron esculpidas en Londres (Reino Unido) en el año 1883.
La fachada está presidida por dos torres, una en cada extremo, ligeramente retranqueadas. Están cubiertas con chapiteles ondulados, coronados con veletas. En sus vanos, se alojan 19 campanas, ocho de ellas en la torre sur y las once restantes en la torre norte (estas últimas forman parte del carillón de la iglesia).7 Los campanarios están enmarcados con pilastras pareadas.
La cúpula y su linterna asoman entre las dos torres, dominando el conjunto.



La Basílica de san Francisco el Grande es de planta central y circular, con vestíbulo y ábside. La cubierta se resuelve mediante una gran cúpula, custodiada por seis pequeños domos, que rodean la base del edificio por el norte y por el sur.
Estos elementos encuentran correspondencia en el espacio interior del templo, conformado por una amplia rotonda y seis pequeñas capillas circundantes (tres a cada lado). La capilla mayor está instalada en el ábside y preside todo el conjunto.
Los materiales de construcción combinan sillares de granito, empleado principalmente en la fachada principal, y ladrillo enfoscado.


La Capilla Mayor está instalada en el ábside. Hasta la reforma de finales del siglo XIX, se encontraba presidida por un lienzo de Francisco Bayeu, en el que se representa la aparición de Jesucristo y la Virgen María a san Francisco de Asís. El cuadro está situado actualmente en el coro.
El aspecto austero de entonces fue transformado con la citada remodelación, en la que fueron instalados numerosos elementos ornamentales, a partir de materiales como el mármol, las maderas nobles, el bronce o el oro.
La cabecera está presidida por cinco pinturas murales, enmarcadas en cuatro grandes pilastras, con ribetes dorados. Son obra de Manuel Domínguez y Alejandro Ferrant y se centran en diferentes episodios de la vida de san Francisco de Asís. La media bóveda que sirve de cubierta al recinto fue decorada con pinturas de José Marcelo Contreras, sobre fondos dorados.
Junto a la base de las referidas pilastras, hay situadas cuatro estatuas de los Evangelistas, que se elevan sobre pedestales de mármol negro. Fueron talladas en madera bronceada, bajo la dirección de Jerónimo Suñol. A su alrededor se extiende una sillería renacentista, traída desde el Monasterio Jerónimo de santa María del Parral, en Segovia, y adaptada al lugar por Ángel Guirao, en 1885.
El presbiterio está flanqueado, a ambos lados, por dos grandes púlpitos, realizados, en mármol de Carrara, por Nícoli